lunes, 10 de noviembre de 2008

Je déteste Paris


Discover Yael Naim!


Sé que es políticamente incorrecto lo que voy a decir, y más para una persona que quiere dedicarse a la escritura, pero la verdad que no he encontrado ciudad más insulsa y vacía que París. Es cierto que es bonita, que sus museos son espléndidos y caminar por sus calles estremece. Pero es una ciudad a la que no volvería, estuve cuatro veces y en las cuatro veces no sentí nostalgia al irme, tal como me ha ocurrido en otros destinos como Malta, Calcuta o Nairobi. Una de las cosas que le ha dado reputación a París es la categoría de sitio sine qua non para que un escritor muera. O si no muere allí y no es enterrado en Pere Lachesse, que al menos viva unos años, y de ser posible, en una sucia buhardilla llena de ratas de Saint Germain Des-pres. Si no, cualquier dramaturgo o artista que se precie de tal no podrá nunca alcanzar un grado supremo de admiración por parte de sus lectores.

Pero ¿en qué fundamento mi tesis? ¿Por qué pienso que París es une mierda? Primero que todos los escritores que no tienen prestigio quieren adquirir un prestigio artificial diciendo “yo viví en París” cuando son respetados y famosos, e inducen sus penurias de malos trabajos a sus veintipico de años o la edad en la que se suelen mudar a París, generalmente provenientes de América Latina, Barcelona o Estados Unidos, y en ese tiempo estas personas tienen que ingerir enormes cantidades de alcohol, drogarse en cantidad, hasta que llegan a los treinta y pico y digan basta, ya es hora de ser un escritor maduro. Entonces, después de haber publicado alguna que otra novelita de bajísima tirada en alguna editorial situada en el barrio Latino, es hora de volver al país de origen, para ser besado por la gloria del desterrado que regresa a hacer “patria” o a contar como sobrevivió a la bohemia excesiva de los franceses. Y es ahí que comienza su verdadera carrera como escritor, creando una prosa cuyo alimento serán esos días de sacrificio, esos momentos entrañables de su vida que lo transformó en una persona sacrificada en nombre del arte. Y todo gracias a París.

Y yo me cago en París, en la bohemia, en la generación beat (aunque no se dio en París), en la estupidez más grande de la historia llamada Mayo Francés, hasta en Hemingway me cago. Sí, lo más políticamente incorrecto que puede decir un escritor es cagarse en Hemingway. Y yo me cago en Hemingway. Cuanto más se glorifica su bohemia, su sacrificado periplo cubano y los habanos que se fumaba, más me cago en él. Y en Vargas Llosa. Y en Cortázar. Y hasta en Kandinsky me cago. Por eso propongo, como Nerón a Roma, ir a quemar París, y que no quede nada de su mentira ni de sus estúpidas y edulcoradas leyenditas de pobres con futuro de grandes. Y después, si quedan ganas, refundarla. Sólo si quedan ganas.

(MP3 del post: Paris, de Yael Naim).

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