martes, 19 de mayo de 2009

INDEC (Instituto Nuboloso de Estadísticas Corrosivas)


Recuerdo que en una escena de la película Amélie, la protagonista se preguntaba cuántos orgasmos se estaban produciendo en ese preciso instante en el que se formulaba la pregunta, allí en París. Inmediatamente se respondió a sí misma: catorce. Bien, el INDEC ha llevado a cabo un sondeo de las mismas características en todo el territorio peninsular (aunque con métodos estadísticos más fiables) para obtener otros datos científicos de similar importancia. Se ha tomado como momento exacto para la ejecución de este trabajo el día 15 de mayo de 2009, a las 16:45 minutos, 24 segundos. Los resultados son los siguientes:

-Se escucharon 225 fshhhhsssss de latas de Coca Cola que se abrían.
-Se registraron 18 llamadas telefónicas que acababan en la frase “pues vete a la mierda”.
-Eran despedidas 9 personas de una planta termonuclear.
-Se caían al suelo 132 monedas de un céntimo que no eran recogidas. Lo que da la friolera de 1 euro con dos céntimos desperdiciados sin sentido.
-19 mujeres aceptaban practicarle sexo oral por primera vez a su novio/amante/marido.
-12 gatos negros eran atropellados en la carretera.
-Eran robadas 27 plátanos de Canarias de mercados municipales.
-A 18 mujeres se les enganchaba la media al subirse a la bicicleta.
-945 personas decidían no pagar su declaración de renta.
-121 individuos se tragaron su estornudo y le lloraron los ojos durante unos segundos.
-Se perdieron 72.123 llamadas por dejar el teléfono silenciado.
-Fueron robados 13 libros de Michel Foulcaut de las bibliotecas públicas.
-Fueron comprados y a continuación incinerados 21.450 ejemplares del último libro de Juan Carlos Petruza.
-14 personas se rascaron disimuladamente la axila y, a continuación, se rascaron la nariz para comprobar la intensidad de su sudor.
-24 hombres guiñaron uno de sus ojos a la chica que venía caminando en sentido contrario.
-19 escolares levantaron sus hombros y se rascaron la cabeza ante la pregunta "¿En qué continente queda la república de Timor Oriental?"
-12 madres suspiraron con preocupación cuando vieron que sus hijas se iban con ese nuevo noviecito en la parte de atrás de la moto.
-Fueron expelidos 289 escupitajos en la vía pública con mucha flema de color verde manzana.
-Se escucharon 13 "sí, quieros".
-Se pulsaron 2.348 veces las teclas CTRL + ALT + DEL al mismo tiempo, seguido de un improperio que mejor no reproducir en esta estadística.
-3.123 bebés pronunciaban su primera palabra, mientras que 4.213 adultos pronunciaban su última palabra.

El dossier de este informe cuenta con unas 724 páginas. Contenido que iremos publicando en este blog mugriento a medida que se verifiquen los datos, por tratarse de un material de importante valor.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Suicidios ejemplares. Caso 214.


Según las primeras fuentes interrogadas, la señora Gertrudis Guastavino Paez se había apersonado con sus mejores joyas y las más suntuosas ropas de su colección a la cena de gala ofrecida por la Embajada de Brunei, en respuesta a la invitación cursada por el quien fue el primer sospechoso del caso, el doctor Abdulá Moharas Gulli. Sin embargo, una segunda ronda de sospechosos y un nuevo interrogatorio demostraron que las ropas y las joyas de la difunta no le pertenecían a ella, sino que eran propiedad de la señora Marlene Alexander Schaffer, jefa de la señora Guastavino y la verdadera invitada a la cena de gala. La difunta trabajaba como empleada doméstica de la señora Alexander. El suicidio de Guastavino se produjo cuando los empleados de la embajada, al darse cuenta de la intromisión, le negaron la entrada a la cena. La señora Guastavino, en solución extrema, empezó a tirar de la piel de su cuello, como si quisiera quitarse una máscara pegada a su verdadero rostro, mientras vociferaba: “Les he gastado una broma. En realidad soy doña Alexander. Miren… ¡Miren!”. La señora Guastavino murió despellejada por sí misma. El señor Moharas Gulli fue absuelto.

Suicidios ejemplares. Caso 332.


Según fuentes anónimas, un joven de aproximadamente 17 años (cuyo nombre queda bajo secreto del sumario, pero que respondía al seudónimo de Spinoza), fue observado orinando las puertas de la iglesia de Nuestra Señora de los Suspiros de esta capital, a altas horas de la noche. Mientras que con su mano izquierda sostenía su miembro viril para dirigir el chorro de su líquido residual corporal, su mano derecha asía un ejemplar de La Náusea, de Jean Sol Partre. Según estas mismas fuentes, la gárgola que cayó sobre el cuerpo del joven y lo destrozó en exactamente catorce partes, había sido desprendida por un rayo cuyo origen aún se desconoce. Pero todo indica que esta muerte en un suicidio, aunque todas las pruebas digan lo contrario. Dios tenga al joven en la más excelsa de las glorias. Caso cerrado.

Suicidios ejemplares. Caso 724.


El señor Antonio Hugo de las Mercedes Iribanarreagonochea Gómez de la Cárcora Benitex aprovechó la concentración del sacerdote, mientras pronunciaba su nombre, para extraer del bolsillo de su frac una píldora de suicidio y colarla astutamente entre sus dientes. La muerte se produjo a las 19.26 horas del sábado 14 de enero, en el momento exacto en que el señor Iribanarreagonochea pronunciaba la letra “q” de la frase “Sí, quiero”.

(Un humilde homenaje a un no tan humilde autor llamado Vila-Matas).

Treinta maneras de usar un revólver


1. Como pisapapeles en un bufete de abogados.
2. De punto de libro para leer algo de Ken Follett.
3. Para conseguir un descuento al comprar un iPod.
4. Como argumento para pedirle a mi futuro suegro la mano de su hija.
5. Para usar como sustituto del telecomando.
6. Para rascarme el tobillo.
7. De adorno en el aparador.
8. Como souvenir para una comunión.
9. Jugando a la ruleta rusa.
10. Comiendo ensaladilla rusa.
11. Para pedirle al empleado que detenga la maldita montaña rusa.
12. Para ir a pagar la declaración de renta.
13. Como pisapapeles en un jardín de infantes.
14. Un juguete para mi perro Pupi.
15. Para nivelar la pata de una mesa.
16. Para nivelar la pata de una cuna.
17. Para cambiarlo por un sándwich de mortadela.
18. Para desconectar el móvil.
19. Un regalo en el huevo Kinder.
20. Un buen argumento de venta.
21. Una oferta que no podrás rechazar.
22. Que parezca un accidente.
23. Para matar un caballo, cortarle la cabeza y dejarla bajo las mantas de nuestro enemigo.
24. Como pisapapeles en un monasterio budista.
25. Apuntando al espejo diciendo "¿Me estás hablando a mí?"
26. Mientras me bebo un Martini mezclado, no agitado.
27. Para sacarme un trozo de carne entre un premolar y un incisivo.
28. Para ponerle punto final a una carta.
29. Pidiendo permiso en la cola de un banco.
30. Buscando por toda la ciudad al desgraciado que escribe este blog de mierda.

Veinte cosas que me dan rabia

1. Cuando estoy sacando las cosas del carro en el supermercado y la cajera me dice "Caja cerrada".
2. Terminar de enjuagarme con agua fría porque se acabó la fuckin' bombona.
3. Leer el cuento ganador del concurso literario en el cual participé, y comprobar la mierda que premió el jurado.
4. Salir del cine y darme cuenta de que me senté en una butaca con un chicle pegado.
5. El aire acondicionado del bus que (no sé por qué) siempre me da en la nuca.
6. Las mandarinas que por fuera están preciosas y por dentro saben a trapo embebido en lejía.
7. Los mensajes de Orange y su "descuento Amigos. Ahora, todos los mensajes de 1:00 a 1:05 AM... ¡a un euro!"
8. El borrador de la declaración de renta.
9. Que las cebollas ya no hagan llorar al cortarlas (¿qué raro, no?).
10. La musiquita de inicio de Windows.
11. Los test del Facebook.
12. El precio de los huevos en el Sorli Discount.
13. Éste mismo número, el 13.
14. El sobaco sudoroso del gordo que se pone al lado mío, en el metro.
15. Las curvitas que hacen los pelos de mi cepillo de dientes.
16. La pelusa que se junta bajo la cama.
17. Que los seguratas de los aeropuertos me revisen las piernas como quien amasa empanadas gallegas.
18. Tener que pedir la llave en las gasolineras para ir al baño.
19. La musiquita de Apagar de Windows.
20. El hambre en el mundo.

jueves, 7 de mayo de 2009

Ochenta maneras de usar una silla



1. Frente a un escritorio, pluma en mano y con una pistola al lado, redactando un testamento.
2. En un trono, dando la orden real de comenzar una guerra contra el reino del norte.
3. Una cena con la pareja en el restaurante más caro de la ciudad, con un anillo de bodas en el bolsillo de la chaqueta.
4. Sentado con la espalda donde va el culo, la cabeza colgando, las piernas apoyadas en el respaldo y los pies hacia arriba, mirando una película de Woody Allen.
5. Frente a un piano, tocando una pieza de Schubert.
6. Firmando el acta de divorcio en un prestigioso bufete de abogados.
7. En la butaca del coche que soñé tener toda mi vida después de haberme divorciado, por fin.
8. De pie frente a la silla, pensando que esa silla podría estar ocupada por una persona que ya no está.
9. Probando alguna nueva y complicada postura sexual hindú.
10. Junto a una vieja máquina de escribir, poniendo el punto final a una novela que el autor decidió titular La metamorfosis.
11. Sentado con la espalda recta, las piernas cruzadas en posición de loto, las manos descansando sobre las rodillas y juntando los dedos pulgar y medio.
12. Igual que la posición anterior, pero diciendo OM repetidas veces.
13. Haciendo fuerza con los brazos para mover las ruedas, frente al umbral de la entrada a un banco, para depositar el dinero cobrado en un seguro por accidente.
14. Con unos colegas mal afeitados, jugando póker, iluminados solamente por una pequeña vela, rodeados de humo.
15. Vendiendo billetes de la ONCE en una caseta de color azul.
16. Mirando a los Beatles en directo, pero con la imposibilidad de escucharlos a causa del ensordecedor griterío de las fans.
17. Tomando el té con mi nueva suegra, poniendo cara de yo no fui.
18. En un autobús a punto de arrancar, mirando las caras de la gente que llora allí fuera, caras que nunca más volveré a ver.
19. En el asiento trasero de un jeep, preparado para el relevo de los soldados que murieron en el frente de batalla.
20. En la clase ejecutiva de un vuelo de American Airlines con destino a las islas Mauricio.
21. En una butaca de la barra del Apolo, intentando ligar con una guiri.
22. En la sala de espera del dentista, escuchando los desgarradores gritos del pobre señor que entró antes que yo.
23. En el pasillo junto a la sala de partos, escuchando el llanto de un bebé recién nacido. Quizás sea mi hijo.
24. Volviéndome a poner los dolorosos zapatos de tacón, a las seis de la tarde, después de terminar los aburridos informes que me encargó mi jefe.
25. Tejiendo unos zapatitos rosas para esa niña que trae mi hija en brazos, y que aún no conozco.
26. Cantando con unos enormes auriculares frente a un enorme micrófono, en un enorme estudio, frente a un enorme vidrio con un técnico de sonido detrás, que regula los botones de una enorme consola.
27. Aguantando las ganas de estornudar en el panel de un importante congreso organizado por las Naciones Unidas.
28. Sentado junto al presidente de un país musulmán, firmando el alto el fuego por tiempo indeterminado.
29. Frente a un piano, tocando una pieza de Strauss.
30. Escuchando las confesiones de mi paciente, que está acostado en el diván.
31. En una tumbona mirando el color de las cometas de los niños que juegan en la playa.
32. En una tumbona, mirando a unas rubias haciendo topless.
33. Chateando horas y horas en el MSN con el amor de mi vida (versión de él).
34. Chateando horas y horas con el tío que se va a casar conmigo para hacerme los papeles (versión de ella).
35. Con la silla dada vuelta, viendo las telarañas.
36. Espalda al suelo, contando la cantidad de mocos que hay pegado debajo de la silla.
37. Con la cabeza hacia atrás, totalmente relajado, escuchando el último disco de Sigur Ros.
38. Fumando una maría con pipa, con las piernas abiertas y los brazos caídos.
39. Durmiéndome en la clase de geografía.
40. Con la chica que me gusta sentada en mis rodillas, haciéndome el amigo pero, con disimulo, oliendo el aroma de su cabello.
41. El poeta, derrotado y abatido, que escribe el último poema de su vida, pensando que eso no es lo suyo.
42. En un locutorio, llamando por teléfono a Ecuador, felicitando a la madre por su cumpleaños.
43. Frente a un piano, tocando una pieza de Bhetooven.
44. Gritando desesperado en el primer asiento de un autobús, viendo a ese camión que viene de frente y que no tiene intenciones de frenar.
45. En un estadio de fútbol, con la cabeza entre las manos, pensando que nunca más iba a volver a pagar para ver a esos once desastrosos.
46. Sin que los jefes lo vean, girando y girando en una silla de oficina, recordando lo divertido que es hacerlo.
47. De pie, ensayando un suicidio.
48. De rodillas, ensayando un suicidio un poco más complejo.
49. De rodillas, ensayando una nueva forma de rezar.
50. De rodillas, ensayando una nueva postura sexual.
51. Frente a una batería, tocando el solo de la canción The Mule de Deep Purple, en Japón, año 1973.
52. Frente a un piano, tocando una pieza de Puccini.
53. Aunque parezca imposible, intentando mantener la mente en blanco, no pensando en nada, bien acomodado en esa cómoda silla del Ikea.
54. Tomando mate amargo y agua bien caliente con una persona que acaba de preguntarle “¿Qué estás fumando?”
55. Jugando al ajedrez con un ordenador llamado Deep Blue.
56. En el asiento del Apolo XII a punto de pronunciar una famosa frase al centro de control de Houston.
57. Frente a un microscopio, viendo cómo bailan las bacterias.
58. Tomando whisky para olvidar.
59. En una cena romántica, mientras hurga en el bolsillo de su chaqueta le dice a la mujer de sus sueños la trillada frase: “¿Te quieres casar conmigo?”
60. Bostezando.
61. Intentando apartar con una mueca absurda la gota de sudor que baja lentamente desde mi frente, mientras comparezco sin muchas convicciones en este absurdo juicio, ante una horda de abogados.
62. Junto a la profesora de ruso que me explica las seis declinaciones del idioma, con total cara de desconcierto.
63. Aburrido, el nuevo empleado sella y sella detrás del mostrador de la oficina de Correos.
64. La empleada de al lado, contenta por ver que tiene como nuevo compañero de trabajo a un chico tan guapo, y que sella tan pero tan bien.
65. Un sacerdote que no escucha demasiado y dice lo mismo ante los pecados de sus fieles, en ese viejo confesionario.
66. Frente a un piano, tocando una pieza de Brahms.
67. Intentando dormir para amenizar la espera en la estación de Sants.
68. Llorando con desconsuelo frente a una gran caja de madera.
69. Contento, ilusionado, temeroso, escuchando a la maestra en su primer día de clases.
70. Conduciendo una Ferrari, acelerando en las curvas, camino al casino de Montecarlo.
71. Recordando sus primeros amores mientras lee una novela de Corín Tellado.
72. Acomodando el culo mientras escucha los consejos del profesor de ergonomía pagado por la empresa en la que trabaja.
73. Decepcionado, cierra ese libro de su autor favorito que tanto esperaba, pensando que ya no es más su autor favorito.
74. Nervioso, con profundo dolor de ojos y tras años de experiencia, reparando un reloj muy, muy, muy caro.
75. Totalmente harta de las quejas de los clientes, tras la caja de una sucursal del Condis.
76. Feliz porque hoy es su último día de trabajo, tras la caja de una sucursal del Caprabo.
77. Sorprendida por haber dado la pincelada justa en esa obra que le llevó ocho meses de trabajo. La última pincelada.
78. Leyendo La Razón y diciendo que sí con la cabeza.
79. En un sitio privilegiado del Gran Teatro del Liceu, habiendo disfrutado tres horas el virtuosismo de ese fantástico pianista.
80. Escribiendo con prisas un nuevo y absurdo post en este absurdo blog. Con prisas no por haber sido invadido por un rapto de inspiración, sino porque la batería de mi ordenador está a punto de agotarse.

(Refrito, pero vale –más cuando el cerebro deambula por carriles inciertos...–).