sábado, 6 de marzo de 2010

Historias del Miniatura / 5


Ahí, en el Miniatura me convocó Chiaravalloti. Ahí, en el bar Miniatura me dijo lo que me dijo:
–Déjate de estupideces y de bares. Este bar no existe más que bajo tu almohada y los márgenes de tu cuaderno. Como este blog. Mira ahí arriba, en el techo: esa cabecera estúpida hecha por un principiante, ese título que sólo lo entiendes tú. No son más que algunos de los tantos McGuffins que utilizas ingenuamente para configurar tu propia imagen. Porque, en definitiva, ¿para qué escribes este blog? Para comprobar lo que ya sabes de ti, para que todo el mundo te diga lo que tú quieres escuchar, para autoalimentar esa imagen que te has creado de ti mismo y que te otorga seguridad. Para inflar esa imagen que crees que eres. Este blog y, en realidad, toda otra actividad que llevas a cabo el resto de tu vida, sólo tienen el objetivo de alimentar ese yo. Un yo falso que sólo existe en tu cabeza. Quizás, el primer paso para que cambies esa imagen distorsionada de ti mismo podría ser cerrar este blog para siempre. Pero no sé, creo que no tienes los cojones. Y dudo que algún día los tengas.

Se levantó con rabia y salió a la calle dando un sonoro portazo. Para colmo se fue sin pagar su carajillo de Bayley’s. Menudo capullo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Entonces, en qué lado te quedas? ¿En el de escritor torturado? ¿O decides mirar el abismo que se abre ante tus pies sin vestido, sin zapatos?

Hacer eso es la decisión más difícil que hay en la vida.

Pero qué tiene esto de escribir que uno llega a preferir la náusea en la boca, su propia locura, o el sufrimiento, antes que un alma en paz pero incapaz de crear... y digo yo, ¿realmente está reñido lo uno con lo otro?... ¿No será que en verdad lo único que tortura al escritor es la idea de tener que ser bueno, diferente, original? ¿Tiene verdaderamente todo eso algo que ver con la creatividad?

Preguntas, preguntas, preguntas...

¿Alguna respuesta?

Franco Chiaravalloti dijo...

Estimado anónimo de las 21:34... Como decía Camus: "Si el mundo fuese claro, el arte no existiría". O, parafraseando a Lao Tsé... "buscar lleva al hombre a la locura (...); los cinco sentidos nos ciegan la vista, aletargan el gusto, cierran los oídos". El arte es una búsqueda constante, una búsqueda a una respuesta que no tiene respuesta. Si dejáramos de buscar la respuesta, que es lo como alcanzaremos esa paz en el alma, el arte, sencillamente, desaparecería.

En mi caso, por esa falta de cojones, de momento me sigo quedando en el lado del escritor torturado que busca la palmada en la espalda (pero que muchas veces uno ve como bofetada en la mejilla).

Y la creatividad nada tiene que ver con la idea de ser aceptado. Deben haber miles de obras de arte por ahí desperdigadas que jamás han salido de un cajón, o de un almacén lleno de humedad. Y que no por eso, aunque nadie lo haya podido contemplar, dejan de ser obras de arte.

¿Me aceptas la figura del escritor torturado que mira el fondo del abismo de puntillas de pie? Pero no desnudo, porfa, al menos una bufanda en el cuello, que hace frío. :-)

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Claro, faltaría más, no te la voy a aceptar ;-) Es que es verdad que hace mucho frío. Por eso me lo acepto también a mí, lo de mirar al fondo de puntillas. Con la diferencia de que yo me he quedado sin bufanda, y que miro desde tan al borde que las piedras ya se están cayendo hacia el fondo. Lo de la falta de cojones es causa común a toda la humanidad. A nadie le gusta mirar al vacío. Así que yo también me lo admito. Pero la vida, esa es la que no sé si al final acepta las medias tintas...

Te diré lo que ocurre en realidad. Es que leí esta "ministoria" tuya un día en que estaba pensando que no me podría dedicar nunca a la escritura, lo cual me estaba resultando tan agradable como un puñetazo en la boca del estómago. Me preguntaba sobre la historia más vieja y trillada del que crea, que si qué sentido tiene si uno escribe y no lo ve nadie, y que si qué otro sentido tiene si te pierdes en los laberintos del reconocimiento, o del intento de llegar a él.

Hoy leía el "Todo necio confunde valor y precio" del Yo iba para algo en la vida de Raúl Quirós. Y digo yo... ¿al final, todo este rollo editorial, no se lo carga un poco todo? Quiero decir, por mucho que uno busque la palmada en la espalda, (e imagino que una vez un poco metido en el asunto, se busca más todavía) vale, te la dan ¿y luego qué?

Qué es lo mejor que te puede pasar, ¿que puedas vivir de tu arte? ¿que te conviertas en un escritor de renombre, no solo reconocido, sino un clásico y que te recuerden cuando hayas muerto? Joder, dicho así yo también me apunto. Ahora, justito ahora, no le veo la pega al asunto...

Pero la cuestión es que para llegar ahí quizá lo que hace falta no sea necesariamente ser bueno. No te tengo que contar nada que no sepas, sino mira a tu Demetrio Jarama.

Resumiendo, que tal vez el mamoneo del dúo fama-pasta en el que todos los que queremos escribir pensamos en algún momento, se lo cargue todo, y llegar alto no significa necesariamente ser bueno.
Entonces qué nos queda, ¿nuestra propia palmada onanista en la espalda? Deprime.

¿Entonces, qué?

Que "la" (o al menos "una")respuesta a estas preguntas me la dáis los que escribís blogs literarios. Tenemos la suerte de vivir en esta época, de estar conectados como por sinapsis neuronales. Ahora la opción no es publicar o el cajón, hay otra. Quizá al final lo único que importe sea que la información, pensamientos, creaciones, arte, circulen para que estén vivos y no frenados por trabas burocráticas-económicas.

Todo depende de cuál sea el objetivo último al crear. Si éste se criba, se libera, y uno termina encontrando que lo que busca es ser el que no ha sido en otro momento, entonces puede que llegue lejos o que no llegue nunca, pero sin duda sufrirá. Pero si el objetivo último termina encontrándose en la chispa divina... en la difusión de la belleza, sentirla primero dentro y después ofrecerla al mundo... entonces, en ese punto, tal vez todo esté bien.

Es muy idealista, pero puede que en el siglo de internet el impedimento final que le queda al idealismo sea el propio ego.


Supongo que escribiéndote esto trato de vislumbrar un camino que seguir respecto a una pregunta que sigue siendo respondida por el arte. A mí por ahora ésta es la postura que más tranquilidad me ha aportado. Casi casi te dirá que desde ella el sonido que hacen las piedras al caer al fondo del abismo me gusta,y que, ¡anda, mira! parece que hasta me he encontrado, no sé si un abrigo, pero una mantita al menos...

Un abrazo

Franco Chiaravalloti dijo...

Estimado anónimo. Mi semana sin respuesta es porque tenía que digerir tu ídem como corresponde.

La palmada en la espalda que uno se empeña constantemente en buscar lo único que hace es quitarte el aire de los pulmones. Cierto escritor confesó una vez que él solo escribía para él, que los lectores no le importaban en absoluto. No sé cuánto de cierto habrá en esa sentencia, pero ojalá yo pudiera adoptar cien por ciento esa actitud. Cuando salió esto del premio escribí un pequeño post sobre la pérdida de autenticidad que tienen las cosas que uno escribe cuando dejan de ser anónimas, cuando más ojos se posan sobre ellas. Inconscientemente, el artista filtra su virgen visión por ese nuevo prisma de la popularidad. Y sus virginales intenciones pierden la pureza que solían tener. ¿Mi objetivo al crear? Yo podría resumirlo en una palabra: responder. Responderme a mí mismo, y responderle a los demás diciéndoles: así se ve el mundo a través de mi prisma.

Coincido contigo respecto a lo de los blogs vaciadores de cajones. Con esto nos damos cuenta de lo poblado que estaban los cajones, y la de cosas interesantes que nadie conocía. La paradoja: si la hoja se desprende del árbol, cae en el bosque y nadie nunca la ve caer, ni la ha visto ¿ha caído realmente? El problema es que ahora es tan grande el bosque de blogs que hay millones de hojas cayendo al mismo tiempo...

Quizás el arte sea una soga muy pero muy larga que atamos en un árbol al borde del abismo, y que nos permita bajar hasta el fondo, hasta el averno casi, para conocerlo, ver que hay, enterarnos de ese fondo que tanto nos fascina. Pero ahí surge otro problema: está demasiado oscuro. No cualquiera puede ver en esa oscuridad.

No es muy recomendable responder comentarios un domingo por la mañana... El abismo se ve aún más cerca...

Un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

No sé si será mucho más recomendable re-responder un viernes de madrugada... no, definitivamente, los domingos siempre son malos para plantearse ciertas cuestiones existenciales ;)

Leí aquel comentario tuyo acerca de la pureza de intenciones y,aunque lo comparto, recuerdo que una parte de mí, cuando lo leyó, pensó "¡Eh, pero que te acaban de nominar para un premio! ¡Disfrútalo!"

Disfrutarlo, sin ir más allá... qué difícil! Los laberintos mentales le restan capacidad de disfrute a la vida, y aire a los pulmones como bien dices. Creo que yo en tu caso habría reaccionado exactamente igual. De hecho, ya lo estoy haciendo de antemano y ni siquiera me he dignado a enseñarle apenas a una o dos personas lo último que he escrito... ves que ni tan solo me he arriesgado a ser una de las hojas que caen en el bosque del blog. Aquí sigo, de capullo perenne... con todo el doble sentido.

Yo por mi parte escribo porque no sé dejar de hacerlo. Hay una manera de escribir que trato de perfeccionar, quizá aún sin mucho empeño, la del oficio. Pero hay otro modo, un rayo puro, palabras que se unen en mí sin que apenas yo intervenga,... ese es el modo, directo, sin tanto "ruido", que me relaciona directamente con la vida. Esa maravillosa fluidez se pierde en el camino de lo mental, en el fondo nada tiene que ver con él...

Pero, aún más en el fondo, creo que todo esto se podría resumir en una sola frase:

"MIEDO: ¿y si nos atreviésemos a brillar?"