martes, 19 de enero de 2010

Narraciones en un dedal / 3
Contradicciones





Edelmiro eligió ese nombre como apodo, un nombre que odia. Hace veintinueve años que vive en su Lisboa natal y, según él, jamás dejaría de habitar esa espantosa y maloliente ciudad.
Aborrece la bicicleta, lo cansa. Sin embargo la coge todos los días para ir a la casa de Alba. Alba es su novia, hace ocho años que no la ama. La conoció en la universidad de medicina, él, tan pintor. Se perfumó con la colonia más desagradable que tenía y se gastó veinte escudos por una flor tan fea que ni siquiera las abejas se acercaban. Llegó, bajó de la bicicleta y se arregló el pelo, él, tan desaliñado. Había un timbre, pero picó a la puerta. Lo atendió una señora.
–Hola, ¿está Alba?
–No. Partió esta mañana para no volver nunca más.
Y Edelmiro, aunque no quiso hacerlo, lloró.

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