domingo, 24 de octubre de 2010

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Es como tirarse un pedo.

AngLee dijo...

Todo es tan jodidamente simple... Quisiera desentelar estos ojos para comprenderlo. ¿Cómo hago?

Unknown dijo...

No hay que deprimirse tanto. Nos inventamos y nos reinventamos. La influencia de datos externos nos conduce a confundirnos.Hay que ser positivo y encontrar la única felicidad posible que es la que imaginemos. Por eso escribimos .Para crear universos hechos a la medida que nos dé la gana y jugar con nuestra mente y desarrollar la habilidad para jugar con las mentes de otros. Y no como abuso,sino en concordancia y armonía.En cuanto a éste reconocimiento del conglomerado social que mencionas como un valor que todos buscamos, ahí tienes un tanto de razón, más ésto en sí se torna más engañoso cuando intentamos que los demás nos provean con respuestas y apoyo.
Ahí, en ésos espacios del triunfo se camina sólo y de los demás a lo mucho puedes recibir zancadillas en camino al estrellato.
Sólo la estrella es querida y alabada, pero todo aspirante será despreciado. Tal es la soledad del éxito. Quienes lo logran lo disfrutan en la etapa de juguete nuevo, y luego se torna contra ellos con todas sus trampas ,precipicios y exigencias.
Los que llegan a remontar ésto son Saramagos y García Marquezes. Pero por cada uno de éstos cuantos acaban victimados como Elvis y John Lennon y una legión más .
En otras palabras es todo aún más complicado de lo que aparentaba ser.
Tú tienes un talento descomunal. No le dudes y camina ésa milla que vá más allá de tu propia voluntad y exigencia, La respuesta está en ti.

Franco Chiaravalloti dijo...

Hola, Carlos.
No era con afán depresivo el mensaje, sino que la reflexión perseguía una conclusión respecto a esta cuestión meramente vital, la insistencia de seguir explorando el exterior, resignificando, para entender, para multiplicar. A veces me asalta esa sensación de inutilidad de seguir "multiplicando" como decía Borges, por eso el afirmaba detestar los espejos y la cópula, o al menos eso afirma su personaje en cierto relato. Resignificar el mundo exterior sin dar significado al interior. No sé hasta qué punto los Saramagos y Garcíamarqueces han saltado esa valla, pero otros quizás sí. Me viene en mente ahora Natsume Soseki, el gran novelista nipón. Cada una de sus palabras conecta con un mundo sin ese afán multiplicador. Creo, bueno, una reflexión a las cuatro de la mañana de un sábado, en pleno insomnio, no es muy saludable ni fiable, ¿no? :-)
Por mi parte (y la del narrador de esta reflexión), no busco ni anhelo ningún estrellato, yo sólo busco estar en paz con el aire que se me mete por los agujeritos de la nariz.
Muchas gracias por tus palabras.
Un abrazo.

carlosdelaparra dijo...

Aclaradísimo. Buenísimo ésto último del respiro.La paz del prana. Que real.