lunes, 2 de marzo de 2009

Sin comentarios


Recibir comentarios en este espacio es como despertarme en la playa de la isla desierta que habito desde hace veintitrés años... todos los amaneceres iguales, hermosos, pero siempre igual de hermosos. Espinosamente hermosos. Despierto, como siempre, con la arena pegada en la cara, ya sin siquiera pensar en que un barco me venga a rescatar, sólo planeando en afilar la punta de mi flecha para cazar algo para el desayuno. Bah, para la cena. Y cuando me incorporo, estiro los músculos y me sacudo la barba para quitar la arena, tropiezo con una botella que dentro lleva un mensaje enrollado. Sorprendido, me alegro de saber que podré tener contacto con algo del mundo exterior, después de tantas décadas. Pero dudo durante minutos. Dudo durante horas. Así pasan los días, las semanas, los meses, pero finalmente no abro la botella ni leo el mensaje. Lo único que me queda en esta isla es la expectativa de que tengo un mensaje por leer proveniente del mundo exterior. La expectativa es, ciertamente, más importante que el mensaje mismo...

¿Leeré los comentarios recibidos en este post? ¿O preferiré quedarme con esa intriga que me hace latir más fuerte el corazón?

1 comentario:

se corto la luz!! vuelvan mas tarde dijo...

sjgferkañsjfadj
cvnerkjaosdkaañ
sdkafasgjerkasñ
keodrjasdkgkasd