"Elisa... ya no puedo más con esto. Hace cincuenta años que vengo guardando este secreto. Y no aguanto más. Necesito confesártelo, desnudarme, sacarme este estigma que me devora el alma... ¿Te acuerdas de esa cena con amigos que te comenté, la semana anterior a nuestra boda? Bueno, no fuimos a comer paella. Fui de putas, Elisa, de putas... ¡No he llegado virgen al matrimonio, Elisa, no he podido! ¡¡No he podido resistir, Elisa!!"
Y a continuación, sollozos que no me permitieron seguir escuchando, pero sí alejarme un poco para hacer la foto y ver al pobre culpable apartando la mirada acusadora de la pasmada sexagenaria que, a sus espaldas, gritaba algo así como "¿Y cuánto te has gastado, desgraciado, cuánto?"
No hay comentarios:
Publicar un comentario