jueves, 3 de marzo de 2011

"Hace poco una californiana me escribió una carta en la que detallaba las razones por las cuales ella creía que un relato mío debía tirarse a la basura, sobre todo debido a lo que ella consideraba sus múltiples contenidos censurables: la infidelidad matrimonial, la violencia conyugal, la desesperanza, la confusión moral, la ambigüedad textual. Por supuesto, no me gustó enterarme de su disgusto. Preferiría que todos los que lean un relato mío encuentren algo que les guste o que admiren o que pueda resultarles útil. Pero enseguida le escribí a esa lectora insatisfecha para acusar recibo de sus sentimientos, pero también para expresarle mi satisfacción fundamental de que hubiera leído mi relato de cabo a rabo. A lo mejor, supuse (aunque no se lo dije), su experiencia desagradable al leerme le había clarificado algo importante; quizá le había mostrado precisamente la clase de persona que ella no era, ahorrándole así algún quebranto importante en el futuro. De todos modos, no iba a discutir la actitud que ella había adoptado después de leer mi cuento, pues eso seguía siendo secundario comparado con el hecho más importante: que había leído lo que yo había escrito."
Richard Ford

4 comentarios:

Anónimo dijo...

La acusación declara que:

1. De manera sutil el blogger intenta defenderse a través de Richard Ford de los posibles lectores puntillosos.
2. Lo puntilloso: la lectora de Ford no es en realidad puntillosa, sino directamente tonta porque juzga la moral de ese relato en función de la suya (¿cómo si no?) y no entiende la diferencia entre lo real y lo escrito. El proceso de identificación se invierte: la lectora no quiere ser como el/la protagonista del libro, quiere que el/la protagonista del libro sea como ella. De alguien así no habría ni que leer sus cartas.
3. El error identificativo, por tanto, salpica en todas las direcciones posibles: ni el blogger es Richard Ford ni la lectora indignada (hemos quedado que NO era puntillosa) es el energúmeno valenciano.
4. Si hubiera que establecer necesariamente una identificación, el blogger que ha colgado este texto a modo de autodefensa indirecta desde luego se parece mucho más a la lectora indignada que a Richard Ford: confunde lo real con lo escrito, juzga desde una perspectiva con toldo algo que le supera y airea el resultado vía megáfono. Lo peor es que todavía no se ha dado cuenta.

Anónimo dijo...

Jeje, qué divertido.

Akaki dijo...

interesante y....sutil...,
aprovecho para decir que me gusta el nuevo look del blog!
un saludo
Akaki

Unknown dijo...

Todo es tan relativo amigo.
Para comenzar no es posible ni necesario complacer a todo el mundo. Y aún más difícil cuando te topas con quienes confunden lo ficticio con lo real. Al actor con el personaje.
Pero hay tanta gente programada cual robot que se sienten poseedores de la última verdad, y aún a ellos un escritor puede darles la bienvenida como lectores.
Aunque necesarios éstos últimos dentro de ciertos parámetros, se pierde la perspectiva si se escribe para ellos.
A mi sentir, uno pone lo escrito porque le nace; ya expuesto debe comprender que se apreciará , o no,en formas tan múltiples que rebasan al autor.