jueves, 3 de febrero de 2011

BCN Flâneur / 10



Odio las esquinas del Eixample. Tan amplias, tan complicadas de girar… Cada día las odio más. ¡Cuánto tiempo me ahorraría si fuesen rectas! Me cago en Ildefons Cerdá y en la madre que lo parió. ¿A quién se le ocurre? Girar a la derecha, que esperar el semáforo, el paso de cebra, llegar a la otra manzana, volver a girar, seguir. Ayer lo he calculado: gasto un promedio de un minuto y dieciséis segundo por esquina. A razón de quince esquinas de ida y quince de vuelta, treinta y cinco minutos diarios. Treinta y seis horas al mes. Dieciocho días al año desperdiciados… ¡Dieciocho! ¿Os parece que una persona de mi edad pueda estar perdiendo el tiempo de esta manera estúpida? Antonio siempre me dice: “Joder, quiero verte viviendo en el Guinardó a ver cómo te quejas con la pendiente”. Jordi señala: “Pues vente en bicicleta, coño, y la atas en el palo de luz”. Para enervarme del todo, tras la barra, Obdulio repite: “¿Y por qué no te buscas un bar más cerca de tu barrio, viejo cabezota?”. Pero no, hace cuarenta años que vengo a este bar andando, a tomar  mi carajillo y mi Soberano, y voy a seguir viniendo cueste lo que cueste. Qué es eso de cambiar de costumbres… Yo soy así, siempre he sido así y al que no le guste que se joda. No es mi culpa que año tras año las calles se hagan más anchas, las putas esquinas sean más amplias y el bar Cantonada me quede a cada vez más calles de distancia. No sé por qué todo se me hace más lejano cada día, pero qué más da. Yo seguiré igual hasta que me muera. Con dos cojones.


     

3 comentarios:

Pablo Gonz dijo...

Yo también. Seguiré igual hasta el final.
Abrazos cabreadillos con el mundo,
PABLO GONZ

Carme Carles dijo...

El tiempo todo lo hace más grande, la tozudería, la distancia... Lo único que se reduce es el tiempo precisamente.
Salut

alita dijo...

para que se hace uno viejo si no gana el derecho a ser terco.