lunes, 5 de julio de 2010

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He decidido marcharme. Dejar todo, olvidar los caminos andados, borrar la sombra que se proyecta tras mi espalda. Regalé mis libros, mis discos, quemé papeles, incluso los más importantes, malvendí mi casa y mi coche, y el dinero resultante lo fui regalando por ahí. Arrojé mi móvil a la basura, aplasté el ordenador, cancelé todas mis cuentas de e-mail, me borré de cuanto sitio estaba inscrito, abandoné a mi mujer, corté relación con todos mis amigos, eliminé de mi mente a mis padres y hermanos. No quiero nada, no quiero a nadie. No los necesito. Y me largué. Empecé a andar hacia el este. Dos, tres, seis meses de caminata. Atravesé fronteras, montañas, ríos, ciudades. Desiertos, valles, acantilados, poblachos. Ahora ando por una estepa soleada, no sé dónde estoy, no me importa. ¿Cuánto llevo de viaje? ¿Meses, años? A lo lejos veo a alguien que camina en sentido contrario, hacia mí. Será un pastor, un campesino. Lo saludaré con un leve gesto de la cabeza, o quizás no lo salude. La figura se aproxima. Veo su cara. Me resulta familiar. Hago una búsqueda veloz en los resquicios de mí mente. Sí, sé quién es ese individuo. Es Patrick, el que me birló mi primera novia, el que luego se acostó con mi hermana, a quien presté dinero que jamás devolvió. Patrick, sí, el que me hizo echar del último trabajo, el que testificó en mi contra cuando sucedió el choque. Patrick, sí. Qué hace aquí, en este desierto, después de tantos años sin saber de él. Se aproxima, él también se sorprende al verme. Nos miramos a los ojos durante minutos, en silencio. Por fin me dice:
–Ya fui lo más lejos que he podido. Ahora regreso a casa.

  

5 comentarios:

Unknown dijo...

Que cara tan dura de éste Patrick,tan tranquilo decir que hasta ahí llegó de lejos.
En buena novela negra,si le va bien se muere de una vez.

Pablo Gonz dijo...

Enhorabuena, Franco. A mi juicio, has logrado un excelente microrrelato. Por mi parte apunto mi debilidad por las historias absolutas que debe ser un reflejo de mi debilidad por los paisajes absolutos (la estepa rusa, la pampa argentina, la meseta castellana). Pero sin eso también me gustaría. De nuevo un ritmo muy logrado, que se basa en la justa percepción de la sonoridad de las palabras en su contexto. Esa prosa funcionaría también en textos más largos.
Un fuerte abrazo y enhorabuena,
PABLO GONZ

Franco Chiaravalloti dijo...

Patrick condenó al protagonista a que él no pueda volver nunca más a casa, si es que le queda ánimos de volver. Muchas gracias por las palabras, como siempre, queridos Carlos y Pablo, que caen siempre como agua de la fuente una tarde de verano.

Y respecto a lo que dices de los "paisajes absolutos", yo también tengo una fascinación por las estepas inmensas, las llanuras inabarcables. En futuros posts voy a refritar un breve cuento-homenaje a Siberia.

Fuertes abrazos.

Franco Chiaravalloti dijo...

Patrick condenó al protagonista a que él no pueda volver nunca más a casa, si es que le queda ánimos de volver. Muchas gracias por las palabras, como siempre, queridos Carlos y Pablo, que caen siempre como agua de la fuente una tarde de verano.

Y respecto a lo que dices de los "paisajes absolutos", yo también tengo una fascinación por las estepas inmensas, las llanuras inabarcables. En futuros posts voy a refritar un breve cuento-homenaje a Siberia.

Fuertes abrazos.

Carme Carles dijo...

Buen relato para meditar ¿Es posible dejar de lado el mundo? o ¿Es el mundo el que debe decidir si nos deja de lado?
El ritmo acelerado desmbocando en el encuentro de Patrick es como encontrar la llave para cerrar el circulo.
Salut