martes, 19 de enero de 2010
Narraciones en un dedal / 2
Doce claveles
Allí estás de nuevo, comprando flores en el mismo puesto. Te ves encantadora con esa falda que te llega hasta los tobillos. Y sin maquillar, como a mí me gusta. Le hablas al vendedor con un dejo de melancolía que me fascina, tal cual acostumbras. Y yo aquí, escondido en mi refugio para que no me veas, en la acera de enfrente. Desde mi sitio intento escuchar qué es lo que le dices a ese hombre. Hace semanas que intento leer tus labios. Sí, quizás sienta celos. Pero no puedo vencer mi timidez, nunca me he atrevido a salir de este escondite. Te vas con tu cadencia exclusivamente tuya y al girarte dejas una estela perfumada que es el motivo de mis sueños nocturnos. Aún no sé si la fragancia desprendida pertenece a ese cuello que tantas veces he besado, o viene de esos claveles blancos que acabas de comprar para arrojar a mi tumba reciente y salada.
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